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domingo, 29 de noviembre de 2009

Viva la vida.



A veces empiezo una entrada al revés; es decir, elijo primero la música y así me inspiro para escribir. Éste es el caso de hoy. Creo que el título del disco de Coldplay no puede ser mejor,(Viva la vida, para los despistados) y como la entrada del mes pasado fue más bien triste, he decidido que nada mejor para animarse y escribir alegremente.

Le dedico las líneas de hoy a un jugador que ha sabido vivir la vida. A un jugador que ha abierto puertas a una generación de baloncestistas con talento innato, muchas horas de entrenamiento, y una pequeña dosis de locura y simpatía que le ha llevado a lo más alto. Estoy hablando de una generación de campeones entre los que figuran Toni Kukoc y Dino Radja. Estoy hablando de Vlade Divac.

Feo y chepudo como pocos, (al menos en la NBA), pero talentoso, desprendido, descarado y ganador como sólo unos elegidos en el mundo. Muchas veces se dice que ha tenido la suerte de jugar en equipos ganadores, pero creo que él era de los que creaba este carácter en los equipos en los que militaba. Siempre buscando el pase antes que el tiro, el rebote y la falta personal en ataque, era el maestro de los intangibles, estadística tan importante y olvidada, en la que sus números eran geniales. Además no dudaba en completarla desde el banquillo, si hacía falta, animando, bromeando, abroncando a sus compañeros, y creando equipo en una palabra.
Él mismo, humildemente decía que era el "gracioso" del equipo, pero sus compañeros decían de él que realmente era el "pegamento" del equipo. Ganaran o perdieran, él los mantendría unidos a todos. En los tiempos que corren, de egoísmo desmedido, de grandes individualidades, reivindico desde aquí a los jugadores de equipo. Tan importantes y tan olvidados por el gran público.

No sería justo quedarnos sólo en esta faceta de su vida baloncestística, ya que ha sido un grandísimo jugador. Precursor en el tiro exterior para su estatura, y sobre todo en la visión de juego, el pase y el control del "tempo" del partido. Podías esperar de él cualquier cosa en los minutos finales. Desde desquiciar al contrario, hasta robar balones, coger ese rebote que vale un partido o hacer la falta táctica importantísima. Sabían que la iba a liar, pero nadie podía evitarlo. Sigue relacionado al basket, desde su tierra natal, Serbia, y personalmente, es una de esas personas con las que estaría encantado de poder tomar un café, para hablar de la vida, no sólo de basket, ya que nos puede enseñar muchas más cosas.

Viva la vida.