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jueves, 6 de agosto de 2009

Innovación en baloncesto

Hace poco leí en una revista que mi idolatrado Jason Williams (alias chocolate blanco) quería volver a las canchas. Los que lo hemos seguido a lo largo de los años, creemos que ya no puede aportar mucho más, pues se ha vuelto muy conservador con la edad, y no podrá nunca conseguir la frescura de antaño, pero lo que sí es cierto es que ha hecho mucho por el baloncesto.
No me malinterpretéis, posiblemente no podría entrenarlo, o no lo sacaría a jugar, ya que soy un enamorado del orden en el juego, y creo que no concuerda con mi idea de equipo, pero aún así lo admiro profundamente.

En el siguiente vídeo enumera las cosas que hacen para que su dribbling sea perfecto. Son sólo tres puntos, tomad nota: usar las yemas de los dedos, levantar la cabeza y bajar el balón lo más posible. Yo añadiría un cuarto, sacrificio y mucho entrenamiento.



Los entrenadores lo odiaban, porque es capaz de desquiciar a cualquiera con alguna de sus genialidades, (sobre todo si salen mal), pero hay que reconocerle muchas cosas, que paso a enumerar.

Primero, su originalidad.

Me revienta ver cómo hoy en día los chavales no lo conocen. Y lo que es más, ni siquiera investigan por su cuenta nuevos movimientos. Los chavales de la generación de la playstation, no intentan hacer cosas nuevas. Se limitan a hacer lo que les dices, y punto. Ésto no favorece en nada al baloncesto. La creatividad es muy importante, y nuestro homenajeado de hoy ha contribuído, con su pase de codo por la espalda, y su increíble visión de juego, a mejorar este deporte (nadie lo había hecho hasta el momento). Si tenemos en cuenta que el baloncesto lo practican millones de personas en el mundo, desde los inicios del siglo veinte o finales del diecinueve (perdón a los puristas de la materia), haber conseguido innovar, y aportar algo nuevo es todo un logro.

Segundo, su facultad para divertir y divertirse con el juego.

Los que hemos jugado en serio a esto, hemos llegado a perder la orientación en el juego. Me explico, el baloncesto es ante y sobre todo, un juego. El objetivo de todo juego es divertirse, y si no lo consigues, pues apaga y vámonos. A nivel profesional, los contratos millonarios, los problemas conyugales o familiares, la responsabilidad por hacer las cosas bien, y por liderar un equipo influyen de tal manera, que es imposible acordarse de que se juega por diversión. A Jason Williams se le notaba divertido en todo momento, pero sobre todo, después de una jugada espectacular, un pase inverosímil a un compañero, o un tiro importante anotado. La sonrisa del jugón se reflejaba en su cara. No hay nada mejor en el mundo que jugar al baloncesto en ese momento.

Tercero, aceptación de roles de equipo.

Es verdad que le costó, pero al final consiguió entrar en un equipo ganador, ya que asumió que su rol no era el de superestrella, sino el de actor secundario. La madurez le hizo jugar buenos minutos como base organizador y sesudo, junto a Wade, O´Neal, Mourning, y ser campeón de la NBA, en el año 2006.

En fin, espero que mis argumentos hayan sido suficientes para que coincidáis conmigo en que Chocolate Blanco Williams merecía este pequeño homenaje, y para terminar la entrada, os pondré un vídeo con música de Guns´n´Roses. Feliz verano a todos y próspera pretemporada.