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jueves, 14 de mayo de 2009

El partido de mi vida.


Repasando en las viejas cajas de fotos, he dado con ésta que os enseño. Es un recorte de periódico, del año 1993 (¡qué viejo voy!), y se trata del mejor partido que jugué en mi vida. Para los que estuvisteis allí, espero refrescaros la memoria y para los que no, símplemente deseaba compartirlo con vosotros.



Sé que es un poco presuntuoso hablar sobre los éxitos propios, pero aún así lo haré, porque en este caso fue mérito de todo el equipo. Mi equipo. (Aún a riesgo de sonar a topicazo, es una verdad como un templo).
Poneos en situación: Vitoria, fase final juvenil contra el TAU. Último partido. Si ganamos nos clasificamos entre los mejores de España, y jugamos la fase final en Zaragoza. Quedan dos minutos y medio, perdemos de ocho. Los otros dos bases de mi equipo eliminados por personales, (uno de ellos rezando en el banquillo, mirando al suelo para no ver el partido) y el entrenador me dice: sal.
Cuando cambio a mi compañero eliminado, me dice algo así como: todavía podemos hacerlo, machácalos.(Pablo, nunca me olvidaré).
En la grada todo el primer equipo del TAU de aquella época, es decir Pablo Laso y todos ésos, y entre los jugadores contrarios había una pareja de hermanos, "los Cazorla", que habían debutado en ACB con 18 añitos. La leche.
La afición de Vitoria es increíble. El pabellón era pequeño pero estaba a rebosar, y la gente animaba a tope.
La verdad que había jugado un buen partido hasta el momento. Llevaba 20 puntos, y había metido algún "churro", pero lo que me deparaba el destino no me lo hubiera imaginado ni en el mejor de mis sueños.
Tiempo muerto.



"Jugamos cuatro abiertos y Valentín con el balón juega 1x1. Si salen las ayudas, doblas, penetraciones y cambios de ritmo. Presión a todo el campo, y a ganar". Sencillo ¿verdad?.
Los sistemas de juego son para usar a lo largo de una temporada, pero cuando se juega el "bacalao", lo simple es lo que vale.
En fin, metí 8 puntos seguidos,en menos de dos minutos, y en la jugada final, cuando los rivales pensaban que me la iba a jugar yo, logré (no sé cómo) una asistencia a un compañero,Carlos Alberto, para que metiera la canasta definitiva. Perdí un balón, pero en ese momento, otro compañero, Esmorís, metió el tapón de su vida. Nunca lo había visto saltar tan alto.
Cuando se pitó el final, corrí a abrazar a mi entrenador, Miguel Maseda, y lo empapé con mi sudor, de tal manera que tuvo que ducharse como uno más. Siempre me lo echa en cara cuando me ve.
Ese año quedamos quintos de España en el Nacional, y siempre que llego al final de un partido igualado, me viene a la mente el recuerdo de ese partido, y les digo a mis pupilos que crean en la victoria, porque a veces el destino está de nuestro lado y nos sonríe diciendo: "Te acordarás de mí dentro de muchos años".